Capítulo 7, “La lucha”:
Llegaron a la mansión hiperventilando por haber corrido todo el camino. La luz del cuarto de su madre estaba encendida… ¿Era demasiado tarde? ¿Estaría él allí?
Camila paró en seco en el salón y miró a su alrededor. Todo estaba igual. Miró a Benjamín desesperada y un golpe seco en el piso de arriba le hizo dar un salto de terror.
- Mamá…- Susurró tan bajo que apenas el rubio pudo oírla.
Caminó hacia las escaleras despacio, tratando de respirar bien y de ser fuerte por su madre. Tenía que hacer lo que fuera por ella, aunque eso significara que ella misma saliese perjudicada. ¡No permitiría que ese desgraciado volviera a tocar a Nora!
Puso el pie en el primer escalón y la mano de Benja le aferró fuertemente el brazo, haciendo que ella se girara y lo mirara con ojos llorosos.
- Ponte detrás de mi, cariño.- Murmuró el chico en voz baja, colocándola a sus espaldas y comenzando a subir él primero con sumo cuidado.
Debía estar alerta y esperaba por el bien de Nora y de Camila que Juan no hubiera llegado a casa todavía.
Llegaron a la puerta del cuarto principal y la vio entrecerrada. Ahora sólo había silencio y un haz de pánico recorrió la espalda de Camila… No, no podía ser…
Abrieron con cuidado la puerta y se quedaron mirando la estancia con los ojos abiertos.
Una caja llena de libros estaba esparcida por el suelo y Nora estaba de rodillas frente a ella, recogiendo los textos.
- ¿Qué…?- Comenzó a hablar Nora pero Camila no le dejó continuar. Corrió hacia su madre y la abrazó fuertemente, suspirando de alegría ante un Benjamín muy aliviado. Lo habían conseguido, habían llegado a tiempo.
- Papá está borracho. Ha venido a amenazarme a la puerta del bar y se ha peleado con Benja.- Explicó rápidamente Camila poniendo en pie a su madre y sacando una pequeña maleta del armario de Nora.- Está como loco, nunca lo había visto así… Y va a venir aquí.
- Debemos marcharnos.- Concluyó Benjamín ayudando a Camila a meter algunas pertenecías de Nora en la maleta.
- No… No puede ser. No podemos irnos, nos encontrará y será peor.- La mujer se había quedado totalmente paralizada en medio de la habitación. El pánico la invadía y su cerebro no atinaba a pensar en nada más que en golpes, insultos, palizas…
- Mamá…- Corrió la chica al lado de su madre, agarrándola de los brazos y clavándole la mirada para que entrara en razón.- ¡Escúchame! Sino nos vamos ahora nos matará…
- Pero…
- Pero nada.- Cortó la situación Benjamín cogiendo la maleta y dirigiéndose al cuarto de Camila, seguido de madre e hija.- Cogeremos unas cosas más de Camila y nos marcharemos.
- ¿Pero a dónde vamos a ir?- Balbuceó Nora totalmente desquiciada.
No paraba de llorar y de temblar de arriba abajo. Quería ser fuerte por Camila, debía protegerla, pero el pánico la superaba y creía que iba a entrar en estado shock de un momento a otro.
- A mi casa.- Dijo firmemente el rubio acabando de meter el neceser de Camila en la maleta.- Hay poco sitio pero estaréis bien.
- No Benja, mi padre ya sabe que tú sabes que nos maltrata. El primer sitio donde va a buscar es allí.- Logró pensar con coherencia Camila, que había cogido de la mano a su madre para arrastrarla hacia la puerta de salida.- Es mejor que vayamos a casa de Mica, mi padre ni se acuerda de ella.
- Vale, pero vámonos rápido. Debe de estar al caer.- Expresó el muchacho bajando él primero por las escaleras y quedándose pegado al suelo al ver a Juan parado en medio del salón con cara trastornada.
Micaela y Luisana llegaron a casa de la primera y bajaron del taxi. No era un viaje muy largo pero el barrio no tenía muy buena fama y, además, era de noche.
Subieron a casa de la morocha y se encontraron con Pilar, la madre de Mica, en la cocina preparándose un chocolate caliente.
- Hola chicas, ¿qué tal el concierto?- Preguntó sonriente la mujer.
Pilar había sufrido mucho durante su vida pero era una buena mujer que ahora trabajaba de sol a sol para poder darle a su hija todo lo posible.
La amaba con toda su alma y era lo mejor que tenía en la vida, por eso siempre se llevaron tan bien, sobre todo después de que el señor Vázquez las abandonara tras volver de España.
- Hola, Pilar.- Saludó Luisana dándole un beso en la mejilla a la mujer, que le acarició cariñosamente el pelo en señal de saludo.- ¡Muy bien, hemos arrasado!
- Como siempre.- Asintió Micaela sentándose al lado de su madre y sonriéndole también. Le encantaba las noches en las que su madre, Luisana y ella pasaban viendo una película o charlando hasta las tantas.- ¿Tú qué tal? ¿Estás cansada?
- Un poco, pero menos mal que mañana sólo trabajo por la mañana.- Se encogió de hombros Pilar provocando en Mica mucha ternura. ¡Siempre trabajaba tanto por ella!
- ¿Pues sabes qué? Mañana ya le puedes decir a tu jefe que los sábados no trabajarás más porque Piru nos ha contratado a Felipe y a mi para trabajar en el “K + da” los fines de semana.- Le explicó la muchacha sonriente. ¡Estaba tan feliz por poder ayudar a su madre!- Así podrás descansar más y vivir más relajada.
- Si, es cierto. Además ahora vamos a tener más conciertos porque Piru nos quiere más seguido en el bar, así que podremos ahorrar un poco más.- Corroboró Luisana sirviéndose un poco de chocolate caliente ella también.
- Pero no hace falta, mi amor.- Frunció el entrecejo la mujer. Agradecía a Micaela toda su ayuda pero ella quería que su hija disfrutara de su juventud lo máximo posible, que disfrutara de la vida.- Lo que yo gano está bien, no hace falta que trabajes. Tú dedícate a estudiar.
- Pero quiero hacerlo, así viviremos un poquito mejor. Además, soy joven, ¡tengo energía de sobra!- Sonrió la muchacha provocando una carcajada en su madre y su amiga.
- Si, es cierto Pilar. ¡Mica es como un torbellino!- Siguió Luisana riéndose cada vez más fuerte. Le encantaba ir a casa de Mica, siempre se encontraba muy a gusto allí y Pilar era muy amable y maternal. Se llevaban a las mil maravillas las tres.
- Si, lo sé… Bueno, entonces trabaja si quieres pero el dinero que ganes lo ahorrarás para tu futuro.- Decidió su madre levantándose y fregando la taza de su chocolate.- Además, necesitas algo de dinerito extra para salir con Coco, no puedes dejar que te invite él a todo porque a él tampoco le sobra el dinero.
- ¿¡Qué!?- Exclamó atónita Luisana sin entender ni una palabra.
- Mamá…- Gimió por lo bajo Micaela agachando la cabeza y mirando son súplica a Luisana. ¡No debería haberle contado a su madre lo de las citas con Coco! La quería mucho, si, ¡pero era una auténtica bocazas!
- ¡Ups! Se me ha escapado… Lo siento.- Se disculpó la mujer tratando de contener la risa al ver la cara de atontada de la rubia y a su hija totalmente roja como un tomate.- No me acordaba, lo siento, cariño
- ¿¡Cómo eso de salir con Coco!?- Exigió saber Luisana al comprender porqué últimamente apenas podía quedar con ella y porqué Coco estaba tan contento… ¿¡Cómo no se había dado cuenta!? ¡Si hacía días que Coco no les tiraba los trastos a las demás chicas!
- Lo siento, Lu. Es que… Es que queríamos probar primero antes de contaros nada porque así, si cortamos después, no os encontraríais incómodos en nuestra presencia.- Explicó totalmente avergonzada la morena ante la mirada divertida de su madre. Pilar sabía que su relación con Coco funcionaría. Se notaba a la legua que estaban hechos el uno para el otro.
- ¿Entonces estáis saliendo? ¿Sois novios?
- Si… Bueno, no. En realidad sólo salimos de vez en cuando para ver si la cosa funciona y sino funciona pues todo volverá a ser como antes.- Comentó la muchacha sincerándose por fin con su amiga, quien tenía el ceño fruncido a causa de lo extraño de la situación. ¿Mica y Coco juntos?
- Bueno…- Cedió por fin relajando el gesto y sonriéndole a Micaela.- ¡Eso es genial! Ahora ya estamos todo parejitas: Cami y Benja; Coco y tú; Feli y yo…
- Pero Coco y yo no somos novios.- Volvió a repetir la morena, asustada ante el repentino entusiasmo de Luisana.
- Ya, pero tiempo al tiempo querida amiga.
- ¡¡¿A dónde os creéis que vais con ese niñato?!!- Rugió Juan mostrando su peor cara y dejando totalmente aterrorizadas a su mujer y a su hija.
- Déjalas ir si no quieres otro golpe.- Amenazó en voz baja y serena Benjamín pero con la rabia chispeándole en los ojos. No iba a permitir que aquel hombre hiciera más daño, a nadie más.
- ¡Oh, si, claro! ¿Y qué me va a hacer un muerto de hambre como tú? Sólo conseguirás pararme si me matas y no creo que tengas los suficientes huevos como para hacerlo…- Sonrió socarronamente el hombre haciendo más siniestra su expresión.
- Pues si hace falta lo haré… No voy a permitir que les hagas daño. ¡Sólo les pondrás un dedo encima por encima de mi cadáver!- Vociferó el rubio dejando la maleta en el suelo y apretando los puños en alto, preparándose para pelear si hiciera falta.
- No, Benja…- Gimió Camila detrás de él mirando con los ojos abiertos y llorosos toda la situación.
No podía permitir que Benjamín y su padre se pelearan. Si a Benja le pasara algo ella jamás se lo perdonaría, no podría vivir con eso…
Le agarró del brazo y se puso delante de él, enfrentando a su padre y con la barbilla bien alta ante el horror de su madre y la confusión de su novio.
- Ya vale, papá… ¿Por qué nos haces esto? ¿Por qué nos has hecho tanto daño?- Preguntó con voz calmada Camila, mirándole directamente a los ojos y con una pasión increíblemente fuerte inscrita en su mirada y en su voz.- ¿Tan malas hemos sido? ¿Nunca nos has querido?
- ¡No digas chorradas!- Gritó Juan haciendo aspavientos con las manos, totalmente borracho todavía, y luchando contra las palabras de su hija.- Yo os quería, eráis lo mejor que tenía hasta que… ¡Hasta que me arruinasteis la vida!
- ¿Qué?- Logró articular Nora, que ahora estaba agarrada a la espalda de Benjamín, el cual seguía mirando a Camila totalmente anonadado. ¡Cuánto admiraba su fuerza y su valentía!
- ¡Me destrozasteis la vida haciendo que me casara tan pronto y tuviéramos una niña tan joven! Yo quería más, quería una mujer fuerte que me acompañara en mi carrera política y que me diera un hijo que siguiera mis pasos.- Hablaba sin parar Juan, explayando todos sus sentimientos a causa del alcohol que corría por sus venas.- ¡Yo quería eso! Y no una mujer llorica y frágil que nunca ha sabido darme lo que quería y una niña endeble y caprichosa como tú…
- Muy bien.- Suspiró Camila tratando de que su corazón, que latía más fuerte que nunca, la traicionase y se pusiera a llorar.- Entonces déjanos ir y podrás aspirar a todo eso. Nosotras estaremos mejor lejos de ti y tú podrás encontrar esa mujer que te de el niño que quieres para ascender en tu carrera.
- ¡Eso ni lo sueñes! ¡No pienso permitir que la prensa se entere de que me he separado!- Bufó Juan acercándose a ella y levantado la mano para pegar a Camila, pero la mano no llegó a colisionar contra la mejilla de la muchacha ya que Benja paró el golpe por encima de la cabeza de Camila.- ¡Suéltame crío de mierda!
- ¡No te atrevas a pegarle!- Dijo el muchacho atrozmente perdiendo totalmente la paciencia. Se tiró encima de Juan y comenzaron a forcejear delante de las dos mujeres.- ¡Sucio maltratador de mierda!
Y siguieron peleando. Juan le pegó un fuerte puñetazo en la cara a Benja pero éste no cayó y arremetió con un costado del hombre, tirándolo encima de la mesita de café y provocando un gran estruendo cuando esta cayó desquebrajada al suelo debido al impacto.
- ¡¡Benja!!- Gritó Camila al ver cómo el rubio había caído también al suelo por la fuerza del golpe que le había asestado a su padre.
- ¡Cami, vete! ¡Marcharos ya!- Gritó el chico arrinconado por Juan contra el suelo.- Iros…
Camila negó con la cabeza una y otra vez, totalmente asustada pero fue entonces cuando Nora cogió la riendas de la situación y cogiendo con una mano la maleta y con otra el brazo de Camila, la arrastró hacia el exterior de la casa.
Una vez afuera tiró de ella una vez y Camila, dándose por vencida, comenzó a correr junto a su madre, alejándose de su padre, alejándose de su casa, alejándose de Benjamín…
Micaela y Luisana yacían tendidas en la cama de la morena mirando al techo y sin hablar. Micaela le había explicado todo, detalle a detalle, después de haberle echado la bronca a Pilar por haber sido tan chismosa. Y Luisana había comprendido toda la situación sin enfadarse con Micaela y mucho menos con Coco. Todo el mundo tenía derecho a probar cuán fuertes eran sus sentimientos, ¿no? Y estaba segura de que lo que había entre Coco y Mica iba mucho más allá que el simple enamoramiento, era verdadero amor, como el suyo y el de Felipe. Estaba completamente segura.
En la paz de la noche, a punto de caer en los brazos de Morfeo, un ruido fuerte y estruendoso rompió el silencio. Era el timbre de la puerta.
Micaela dio un salto en la cama y fue rápidamente al salón seguida por Luisana, encontrándose allí con Pilar.
- ¿Quién será a estas horas?- Susurró Luisana temiéndose lo peor. ¿Habría pasado algo?
Pilar se acercó a la puerta y miró por la mirilla, reconociendo al instante a las dos personas que estaban al otro lado de la puerta: Nora y Camila.
Abrió rápidamente las dos cerraduras de la puerta y las dejó pasar.
- Sentimos venir a esta hora… Pero es que no sabíamos a dónde ir y… Y…- Tartamudeaba Nora una y otra vez abrazando a Pilar y viendo cómo Camila se refugiaba en los brazos de Micaela.
- ¿Qué ha pasado?- Preguntó sorprendida Mica al ver la cara de su amiga bañada en lágrimas mientras Luisana cogía un pañuelo y se lo pasaba a su amiga.- ¿Por qué estáis así?
- Veréis, yo…- Comenzó a relatar Nora, abriéndose como nunca lo había hecho y contando todos los fantasmas que le habían perseguido durante años. Les relató todo hasta esa misma noche y también cómo Benja se había quedado en casa peleándose con Juan.
- Dios, es terrible…- Se llevó las manos a la boca Pilar, levantándose en seguida y marchándose a la cocina a preparar una tila para las dos mujeres.- Ahora mismo vuelvo.
- ¿Y no podemos hacer nada?- Preguntó Mica agarrando a Camila de la mano mientras Luisana se sentaba junto a Nora y la abrazaba con dulzura.- Debe haber una solución.
- No lo sé… Yo sólo quiero que Benja vuelta pronto sano y salvo.- Lloró desconsoladamente Camila en los brazos de su amiga.- Sólo quiero que todo acabe…
- Voy a llamar a Felipe y a Coco para que vayan a buscar a Benja, ¿vale?- Dijo Luisana levantándose del sofá cuando Camila asintió ante la idea. Así también ellos traerían al rubio y la ayudarían a buscar una salida, una solución. Ocho cabezas piensan mejor que seis, ¿no?
Los minutos pasaron y las tilas no hacían su efecto en los nervios de Camila a pesar de que Nora estaba ya más relajada y auguraba que Benja estaba bien, que no le había pasado nada.
Quince minutos, dieciocho minutos, veintiséis minutos, treinta y tres minutos… Y el timbre sonó.
Micaela corrió rauda a la puerta y dejó pasar a Felipe y a Coco, que venían sujetando a Benja, quien tenía el labio partido y un ojo completamente morado. Detrás de ellos iba Gimena, que había insistido en acompañar a su primo.
- ¡Benja!- Gritó Camila corriendo hacia él y abrazándolo.- ¿Estás bien? Esas heridas… ¡Oh, Dios mío!
- Si, si, ¿y tú? ¿Estás bien, cariño?- Preguntó con preocupación el muchacho con una mueca de dolor mirando sin parar a Camila para cerciorarse de que ella estaba completamente bien.- No te preocupes por las heridas, no son nada comparado con el dolor de perderte…
- Benja…- Susurró la chica besándolo dulcemente y sin importarle la sangre que emanaba el labio del rubio.- Pero… Pero, ¿qué ha pasado?
- Cuando llegamos estaban los dos al límite de sus fuerzas peleando en el suelo.- Explicó Coco acercándose a Micaela y abrazándola, pues estaba muy impresionada por ver a su amigo lleno de contusiones.
- Dejamos a Juan tirado en el suelo insultándonos… Benja nos ha explicado todo, Cami, y ten por seguro de que te vamos a ayudar en todo.- Aseguró Felipe acariciándole el pelo a Camila y besándola en la frente antes de irse al lado de Luisana y saludarla con un piquito.
- Gracias pero… Pero, ¡¿qué podemos hacer?!- Preguntó la chica desesperada mirando a todos y cada uno de ellos y fijando la mirada en su madre, que había comenzado a sollozar de nuevo.
- Bueno, yo tengo una idea…- Habló por primera vez Gimena, haciendo que todo el mundo la mirase.- Tú padre no podrá contra eso.
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